Confucius said:
Don't complain about the snow on your neighbor's roof when your own doorstep is unclean.
Confucio dijo:
No quejes sobre la nieve en el techo del vecino cuando tu propio portal está sucio.
The 12 k descent down to Cuellaje is something of revelation of things to come. Highland beauty to plain little valley. Cuellaje is the place to get things done as a first point of call. It is rarely the only point of call because it doesn't always provide the necessary services to meet all one's needs. But it certainly covers the basics. And a four hour journey by bus on a winding dirt track to do anything more significant usually inspires a great halt to consumerism.
Let's start with its two cooperative banks, only one of which is trustworthy, because in the other, the staff try to fob counterfeit notes onto unwitting foreigners. There's one stationery shop that houses the only private telephone for many, many miles. There is no post office because no postman can get to the schools or houses in any reasonable amount of time. One can travel four hours by bus and have something delivered to the post office in that town and then go and pick it up, if needs be.
There are four or five food or all-round shops and these contain the basics like eggs, chicken, cheese, bananas, onions, sweets, toilet paper and the like. These can not be qualified as supermarkets or even mini-markets. There are three hardware or agricultural stores, selling animal feed, wire, rope, wellies and all that kind of useful farming stuff.
There are four or five restaurants, serving a lunch menu from something between 1 dollar 25 and 2 dollars for soup (usually chicken) and rice with something (usually chicken). Yes, you've guessed it, there's a lot of chicken round here. There is a restaurant that also sells gasoline, filled from plastic bottle to tank. Even the trucks and motorbikes have to be fed.
I think there are three bars, but I haven't had the misfortune to visit any of them. When I say misfortune, you only have to see these dank, dark establishments to know that they mean no good.
There is one newly opened hotel with a reception housing a "cabina", that's to say a pay telephone that at times crashes and a computer connected to the internet, that also sometimes crashes. Rooms are five dollars a night with hot shower but I believe the roof terrace has been booked by a Texan doing property deals here at a grand monthly sum of eighty dollars.
There is a church, a central square, a number of houses, two schools, an outdoor and an indoor stadium, a bullring (let's just call this a dirt field enclosed in a rectangle where no bulls thankfully get killed), oh and one more internet café with three computers, where children pay twenty-five cents for fifteen minute slots to play deafening computer games involving mostly car chases. Children will willingly stop if you are prepared to talk to your loved ones with a camera on Skype. Suddenly they will remain glued to the spot as they marvel at how you can talk to the computer and it will talk back (WITH images, no less).
And not to forget, of course, the one and only ice-cream parlour selling ice-sorbets made up of largely local fruits for fifteen cents a pop. Truly scrumptous! (Usually a special Sunday treat).
Despite all these commodities, I can safely say that the only attraction for me is the possibility to talk to loved ones by internet. Sundays are slow affairs waiting for time to pass from the seven o'clock to the three o'clock truck; watching the world go by (or not as the case may be) in the small town square. Cuellaje for me inspires a deep longing for swims in the river, long walks up the mountains, exploration for blackberries and wild fruits, chats with friendly neighbours: all part of the life I've grown accustomed to further up the theoretically isolated mountain. The lesson, dear friends, is that no man is an island. But perhaps, the little islands are even better than some middle-sized ones, despite the fruit sorbets. Because belonging to a community is even more important than simply having access to shops and banks and bars.
Niña del pueblo pequeño en un mundo pequeño
El descenso de 12 km hasta Cuellaje es algo revelatorio de las cosas que vienen. La belleza del monte al valle plano. Cuellaje es el lugar donde hacer las cosas como primer punto de partida. Rara vez es el único porque no siempre da los servicios necesarios para encontrar todas las necesidades. Pero ciertamente cubre las cosas básicas. Y un viaje de cuatro horas en autobus por un caminito de barro normalmente inspira una parada importante en el consumerismo.
Vamos a empezar con dos bancos cooperativos, pero solo uno es de confianza, porque en el otro, los empleados intentan pasar billetes falsos a gringos inocentes. Hay una papelería que cuenta con el único teléfono por muchas millas. No hay una oficina de correos porque ningún cartero podría llegar a los colegios o casas en un tiempo razonable. Uno puede viajar durante cuatro horas en autobus y pedir que entregan a la oficina de correos en ese pueblo y luego ir a recogerlo.
Hay cuatro o cinco tiendas de todo tipo y tienen todas las cosas básicas como huevos, pollo, queso, plátanos, cebollas, golosinas, papel higienico, etc. Estas tiendas no se pueden cualificar como supermercados ni minimercados. Hay tres ferreterías o tiendas de productos de agricultura, que venden comida para animales, alambre, cuerda, botas y todas las cosas que podrían ser utiles para un granjero.
Hay cuatro o cinco restaurantes, poniendo un menu del almuerzo por algo entre un dolar 25 centavos y dos dolares para sopa (normalmente de pollo), más un plato de arroz con algo (normalmente pollo). Como bien habéis adivinado, hay mucho pollo por aquí. Hay un restaurante que también vende gasolina, rellenada de una botella de plástico al tanque. Hasta que hay que dar de comer a las camionetas y las motos.
Creo que hay tres bares, pero no he tenido la mala fortuna de visitar ninguna de ellos. Cuando digo mala fortuna, sólo hace falta ver estos establecimientos oscuros e húmedos para saber que no dan nada bueno.
Hay un hotel que abrió recientemente con una recepción con una cabina que a veces colapsa y un ordenador conectado al internet, que a veces colapsa. Las habitaciones valen cinco dolares la noche con ducha caliente incluida, pero creo que la terraza en el techo está cogida por un Tejano haciendo negocios de propiedad aquí por una suma extravagante de ochenta dolares al mes.
Hay una iglesia, una plaza central, numerosas casas, dos colegios, un estadio exterior e interior, una plaza de toros (vamos a llamarle un campo de barro encerrado en un rectángulo donde, por gracias, no matan a los toros). O, también hay un internet café con tres ordenadores, donde los niños pagan 25 centavos por cada quince minutos de juego, la mayoría siendo de carreras de coches. Los niños paran facilmente si estás preparado hablar con tus seres queridos con una cámera por Skype. De repente, estarán pegados al suelo mientras alucinan como hablas con el ordenador y el ordenador en vuelta te habla (con imágenes ni más ni menos).
Y sin olvidar, por supuesto, la única heladería vendiendo sorbetes de frutas locales por quince centavos. ¡Verdaderamente deliciosos! (Normalmente una sorpresa especial para los domingos).
Y a pesar de todas estas cosas, puedo decir fielmente que la única atracción para mi es la posibilidad de hablar con los seres queridos por internet. Los domingos son lentos, esperando que pase el tiempo entre el carro de las siete de la mañana y el de las tres de la tarde, mirando al mundo pasando (o no, dependiendo en el cas) en la plaza pequeña del pueblo. Cuellaje me inspira un deseo profundo para nadar en el río, dar paseos largos por los montes, explorar para moras y frutas salvajes, hablar con los vecinos amables: todo es parte de la vida a que me he acostumbrado más arriba de (en teoría) el monte aislado. La lección, queridos amigos, es que sí ningún hombre es una isla. Pero quizás las islas chiquititas son mejores que las medianas, incluso contando con sorbetes de fruta. Porque perteneciendo a una comunidad es incluso más importante que tener acesso a las tiendas, bancos y bares.
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