View from the San Antonio Finca

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sábado, 17 de julio de 2010

Otavalo


About a two and a half hour bus-ride from Quito is the town of Otavalo. I decided to use a taxi-bus, a user-friendly and relatively cheap way to travel (roughly $8) to get there because it picks you up and leaves you door to door, something I was interested in as I was travelling after dark and Quito bus station is not a particularly appealing place at night and because it gave me the chance to travel with Ecuadorians on the way to Otavalo. There was a black builder, come reggaeton singer (sang to the radio the whole way), a posh student who we picked up from a big house in the city suburbs, the taxi driver's father and nephew and an old lady travelling with her son: all packed into the car. It was a colourful journey including once again many Qué Chéveres. I arrived to the beautiful Hotel Riviera Sucre in Otavalo late at night but began to enjoy its beauty and calm the following day.
Otavalo is famous for its Saturday market. For hundreds of years now, indígenas from at least seventy surrounding villages have brought their crafts and produce down from the hills for a day of frenzied bartert and sale here. Nowadays, it draws producers from across Ecuador and Colombia as well, along with hundreds of tourists who flood the town's streets every weekend. It includes an animal market, but it is most famous for its textiles to be found in the Plaza de Ponchos. Otalveños have been accomplished textile workers since pre-colonial times. When the Incas arrived in 1495, they brought llamas and alpacas with them for wool which was easier to weave and dye than the cotton they had been using previously. The locals adopted Inca dress and this is still evident today. The clothes of the native women are supposedly more like the traditional Inca dress than any other community in the Andes.
Forty years later when the Spanish arrived, they established "obrajes" or sweatshops, where local men, women and children were forced to work in terrible conditions for endless hours. With the introduction of silk, Otalveños began producing large quanitities for export to Spanish aristocrats all over the colonies, but by the middle of the nineteenth century, the Industrial Revolution meant that the obrajes went into decline and the Otalveños returned to more traditional methods.
Otavalo
Mas o menos un viaje de dos horas y media en autobus desde Quito está el pueblo de Otavalo. Decidí usar un taxi-bus, un sistema fácil y relativamente barato (unos $8) para llegar, porque te recoge y te deja en la puerta, algo que deseaba porque viajaba después del atardecer y el terminal de Quito no es un lugar especialmente atractivo por la noche y porque me dió la oportunidad viajar con ecuatorianos en el camino hacia Otavalo. Había un constructor/ cantante de reggaeton negro (cantó con la radio en todo el camino), un alumno pijo que recogiamos de su casa grande en los suburbios, el padre y sobrino del taxista más una mujer mayor viajando con su sobrino. Fué por lo menos un viaje colorido, que incluyó muchos "qué chéveres". Llegué al precioso Hotel Riviera Sucre en Otavalo tarde por la noche pero empezé a disfrutar de su calma y belleza el día siguiente.
Otavalo es famoso por su mercado los sábados. Durante cientos de años, los indígenos desde por lo menos setenta pueblos alrededor llevaron sus obras y productos desde la sierra para un día de intercambio y venta loca aquí. Hoy en día, atrae productores de Ecuador y Colombia también, más cientos de turistas que inunden las calles del pueblo cada fin de semana. Incluye un mercado de animales, pero es más famoso por su mercado de textíles que se encuentra en la Plaza de Ponchos. Otalveños llevan cientos de años de experiencia como expertos en textiles. Cuando llegaron los Incas en 1485, llevaron llamas e alpacas con ellos, que era más fácil de trabajar y colorear que el algodón que usaron antes. Los pueblerinos adoptaron el vistimiento tradicional Inca que sigue siendo evidente hoy en día. Supone que la ropa tradicional Inca de las mujeres nativas es más auténtica que ningún otra comunidad en los Andes.
Cuarenta años más tarde cuando llegaron los españoles, establecieron "obrajes" donde hombres, mujeres y niños de la localidad estaban obligados a trabajar en condiciones terribles durante horas sin parar. Cuando introdujieron la seda, los Otalveños empezaron a producir cantidades grandes para exportar para exportara aristocratos españoles por todas las colonias, pero a mediados del siglo dicienueve, empezó la revolución industrial que significó que desaparacieron los obrajes y los Otalveños volvieron a métodos más tradicionales otra vez.

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